el rollo del aleron de webber, version 1977

[Javiero]

No soy muy flans de la formula1, ya lo sabeis, por lo que muchas de las historietas de la historia de la f1 se me escapan, como esta que ha publicado hoy Vistor Seara en su blog:

1977. Comenzaba una nueva temporada, y la F1 iba a por su segunda carrera. La carrera inaugural en Buenos Aires había sido ganada por Jody Scheckter y su flamante Wolf. La pareja de pilotos de Ferrari era nueva, con el casi “convaleciente” Niki Lauda junto a Carlos Reutemann, llegado a Maranello unos meses antes. Y si bien le estaba dando una nueva oportunidad, después de lo que había ocurrido en el GP de Japón de 1976 (esa carrera donde Lauda perdió el título frente a Hunt) el Commendatore Enzo Ferrari consideraba a Lauda como un piloto acabado, en el que las llamas del accidente de Nurburgring seguían haciendo estragos.


ALERÓN. Ferrari había llevado a Interlagos un nuevo alerón trasero. Pero era solo uno, y ese fue a parar al coche de Carlos Reutemann, por expreso mandato de Enzo Ferrari. Lauda no estaba al tanto del tema hasta el viernes, cuando observó el coche de Reutemann, y vio que tenía esta novedad. Se puso furioso y se lo reclamó a Mauro Forguieri, director de la escudería por aquellos tiempos: “tenemos uno, y es para Reutemann. Es lo único que puedo decirte”. Niki se sintió peor después, cuando Reutemann clasificaba segundo al lado de Hunt, mientras el austriaco era 13º. La carrera la ganó Reutemann, seguido de Hunt, mientras Lauda, con la rabia dentro del casco, remontó hasta la tercera plaza final, aunque llegó a casi dos minutos del argentino. Inmediatamente después de la carrera, sin mediar palabra con nadie, Lauda cogió un vuelo hacia Italia esa misma noche y se plantó en la oficina del Commendatore el lunes por la mañana. Necesitaba que le aclararan la situación.


CAMBIO. A partir de esa mañana, Enzo Ferrari cambió de parecer, aunque los hilos movidos por Lauda dentro de la estructura interna de Ferrari le permitieron hacerse valorar mejor. Su relación con Reutemann empeoró paulatinamente y Niki comenzó a ver cada vez mas cerca su objetivo: volver a ser campeón del mundo después de su terrible accidente de Nurburgring. Lo logró a finales de ese año, en el GP de Italia, y como buen practicante del rencor, dejó claro a todos que se iba del equipo Ferrari inmediatamente. Se llevó a su gente y poco tiempo después, aterrizaba en el flamante y renovado equipo Brabham, llevándose el número uno bajo el brazo. Aquí te quedas, Don Enzo, le dijo. Incluso, se dio el lujo de no correr en las dos últimas carreras, despreciando su butaca. Su lugar lo ocupó un tal Gilles Villeneuve, que luego de haber disputado solo una carrera en Silverstone con McLaren ese año, se había vuelto a Canadá. Y allí hubiera seguido, mas que probablemente, de no haberse ido Lauda pegando un portazo en Ferrari en ese tumultuoso final de año.